Podcast de @lasegundavuelta sobre las Elecciones USA 2020

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos son los comicios más importantes del mundo. No porque necesariamente sean más relevantes que otros, sino porque la potencia norteamericana impacta, a través de su rol como líder global, en el resto del mundo. La victoria de Trump el año 2016 devolvió a este país a un debate sobre su propio futuro, más allá de la capacidad de participar de las relaciones internacionales. El gobierno Trump ha abandonado y criticado el multilateralismo y se ha empeñado en iniciar una competición con la China de Xi Jinping. Durante la noche electoral, símbolo de esta etapa de gobierno Trump, EEUU se retiró formalmente del acuerdo por el clima de París.

El resultado de las elecciones de este 3 de noviembre tendrá consecuencias en los próximos 4 u 8 años y configurará una nueva etapa en el panorama político internacional. ¿Cuáles serán las nuevas relaciones con la Unión Europea? ¿Se renovará la política exterior con América Latina? ¿Se ampliará el Obamacare? Muchas incógnitas ante un nuevo periodo que se abre.

Esta elección ha sido ciertamente diferente. En primer lugar, porque más de 100 millones de estadounidenses han participado a través del early vote y el voto por correo. Esta cifra es histórica, teniendo en cuenta que en 2016 votaron por Donald Trump 62 millones de personas y por Hillary Clinton 65 millones. El candidato republicano ha criticado duramente el voto por correo, que ha calificado de fraudulento. Curiosamente, él mismo ha ejercido su voto a través de este sistema. Más allá de la opinión de Trump, el asunto es ciertamente complejo, debido a que cada Estado tiene sus propias normativas y requerimientos. Esto ha provocado que se hayan registrado quejas formales ante la imposibilidad de ejercer el derecho a sufragio. Recordemos, además, que el sistema estadounidense requiere que el ciudadano se registre de manera previa a la emisión del voto.

Tradicionalmente, el voto por correo ha sido beneficioso para el lado demócrata. Según el US Elections Project, en Arizona habría votado de manera anticipada el 80% del total del electorado que lo hizo en 2016. Esa tendencia también se observa en Texas, donde, si lo comparamos con la anterior elección, habrían ejercido su derecho a voto anticipado más ciudadanos que el total de los que fueron a votar hace cuatro años. El voto anticipado, sin duda, está en el centro de estos comicios.

Una elección ajustada, un alto porcentaje de voto de última hora, una pandemia global y un gran volumen de voto anticipado. Y Donald Trump en la Casa Blanca. Todos esos ingredientes explican que las encuestas se equivoquen y que Trump tenga la tentación de no aceptar el resultado. El peor de los escenarios posibles. El republicano anunció, mucho antes de acabar el recuento, que llevaría la elección al Tribunal Supremo, consciente de que aunque había sacado un buen resultado, podía perder su puesto. Biden dijo en la noche electoral que estaban en buen camino, en camino de la victoria. Pero la noche se acabó un claro vencedor. Sin duda, el daño está hecho: está en discusión la credibilidad del proceso electoral y de las instituciones.

En líneas generales, estas elecciones presidenciales demuestran que lo de 2016 no fue un susto, ni fue culpa exclusiva de la candidata Hillary Clinton. Hay razones de fondo para pensar que Estados Unidos es una sociedad polarizada y plural, que el candidato republicano ha sabido entender y, sobre todo, producir mensajes para su público. Los Estados del Rust Belt, decisivos en el resultado de 2016, han vuelto a ser protagonistas. Contra algunos pronósticos, no han votado masivamente -de nuevo- a los demócratas. Lo ajustado de los resultados en Michigan, Wisconsin, Pennsylvania o Ohio exige a los demócratas una reflexión profunda al respecto de los trabajadores blancos, white collar, decepcionados con la gestión Obama.

Desde Europa nos cuesta entender el fenómeno Trump, porque opera bajo los códigos y la cultura política estadounidense. Las encuestas realizadas en diversos países europeos, apuntaban que la mayor parte de ciudadanos de países como Francia, Alemania, España o Italia votarían mayoritariamente por Joe Biden. En cualquier caso, estos fenómenos populistas de derecha también tienen lugar a este lado del Atlántico: desde Salvini a Le Pen pasando por VOX o Alternativa por Alemania.

Biden será el Presidente más votado de la historia de los Estados Unidos. Habrá ganado sin demasiado brillo en campaña, sin mucha ilusión y con sus carencias aireadas por el resultado electoral. El voto latino no ejerció como tal; no fue un solo voto. Así se observa en los resultados de Florida, donde Trump amplió su ventaja en relación a los números de hace cuatro años. Por su parte, Trump se ha embarcado en un último y peligroso viaje que arrastrará -al menos durante un tiempo- a los republicanos a rechazar el bipartidismo y la colaboración con la administración Biden. Su legado será tan poco edificante como su paso por la Casa Blanca.

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