Todo vuelve. Volvieron las hombreras. Los pantalones acampanados. El color rojo. Los pantalones de chándal. Màxim Huerta. Las chaquetas de pana. Los astronautas. El PSOE.
La moda vintage se impone, pero con nuevas reglas y nuevos protagonistas. Primero fue el regreso triunfal de Sánchez al liderazgo del PSOE, con la firme -y pública- oposición de la Nomenklatura del partido. Después asaltó los cielos y ganó una moción de censura, apartando al inmortal Rajoy de las mieles del poder. Esta epopeya, eso sí, tiene claroscuros importantes en términos de proyecto y de poder. Las modas, por definición, siempre son pasajeras.

Las encuestas de primera hora auguran un buen resultado a los socialistas en unas futuras elecciones. De golpe y porrazo la tercera fuerza política en los sondeos salta a la primera posición al haber demostrado su capacidad de formar gobierno. ¿Ha resucitado el bipartidismo? Ciudadanos, pobre Albert, ha perdido el apoyo del IBEX. O eso parece.
¿Pero qué planes tiene el gobierno de Pedro Sánchez? Las fuerzas políticas que dieron apoyo a la moción de censura estaban de acuerdo en una sola cosa: echar a Rajoy del gobierno. Por el contrario, más allá del hábil PNV, no ha habido acuerdos estables ni dinámicas coalicionales de otro tipo. Un apoyo gratuito y puntual del que emana un gobierno débil e insospechadamente sobrevenido. La mayoría absoluta de los votos se encuentra, allá bien lejos, a 92 escaños. Cabe recordar que el grupo parlamentario socialista dispone -tan solo- de 84 miembros.

La cuestión de la independencia de Cataluña ha eclipsado un tema principal en clave estatal: la crisis de modelo territorial. El café para todos hace tiempo que dejó de ser una herramienta útil y, en cambio, las voces que piden una recentralización competencial no dejan de aumentar. Entre el modelo foral (¿federal?) y el regional basado en la simetría hay una escala de grises infinita. La ministra Batet ha empezado fuerte y ha hecho resucitar lo vintage: la reforma (o reformas, en plural) de la Constitución.

La reforma de la Constitución siempre se ha equiparado a la apertura de la caja de la Pandora. Sánchez y Rajoy, en teoría, habían pactado poner en marcha los trabajos parlamentarios prospectivos de una futura reforma (si no quieres hacer nada, crea una comisión) como resultado de los acuerdos para la aplicación del 155 en Cataluña. Ahora, eso sí, es el socialista el inquilino de Moncloa y el PP busca un nuevo liderazgo. ¿Qué incentivos tendría el PP para pactar con Sánchez en clave territorial? Quienquiera que sea la cabeza visible de los populares tendrá dos cometidos principales: desplazar definitivamente a Ciudadanos -pobre Albert- y laminar a Pedro.

Cualquier movimiento que haga el gobierno Sánchez en materia territorial generará insatisfacción en la población catalana. Y no lo digo yo, lo dicen las encuestas. Todo aquello que agrade a los catalanes en materia territorial hará bajar sus expectativas electorales en el resto de España. El PSOE tiene todos los incentivos para pasar de puntillas ante el tema territorial, excepto para hablar de lo bien que gobierna Susana en Andalucía.

Vuelve, a fin de cuentas, el zapaterismo territorial, pero con menor capacidad negociadora y un panorama mucho más agrio e irreversible. El talante de antaño da paso a un gobierno socialista que se pondrá de perfil a la menor oportunidad y, cuando no le quede más remedio, acabará suscribiendo las declaraciones de aquel o aquella que sea nuevo líder del PP. Al tiempo.

¡Incluso ha vuelto el Estatut! Y lo ha hecho de la mano de Zapatero, justamente el Presidente que se ocupó de cepillarlo parlamentariamente. De la mano del Estatut han regresado los 45 puntos de Puigdemont, que ahora parece ser que Sánchez quiere implementar. Veremos.

La moda del próximo otoño, casi seguro, no será vintage. Tendrá todos los componentes de la novedad y de la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019. Un nuevo tiempo para el cual aún no tenemos elementos de juicio. ¿Será el momento de que en España se configure, por primera vez, un gobierno de coalición?

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