Para comprender la política argentina desde fuera se debe pagar un peaje importante. Cabe entender la relevancia del movimiento peronista y sus diferentes caras y sensibilidades. Sin ese punto de partida, es imposible comprender la política del país en los últimos 30 años. Eso sí, os confieso que no hablaré de historia, sino de sensibilidades y espacios políticos actuales.

Las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) del 11 de Agosto de 2019 han situado en una posición privilegiada al peronismo para regresar a la Casa Rosada. Muchos medios españoles titulaban “el candidato de Fernández de Kirchner se impone a Macri”. Sí, es cierto, pero el espacio político que representan Alberto Fernández y CFK es mucho más amplio. Cabe comprenderlo y definirlo para saber a ciencia cierta qué huracán se llevó por delante al casiexpresidente Macri.

Resultados de las PASO 2019.

El artefacto político en cuestión ha venido en llamarse Frente de Todos, un claro alegato a la unidad peronista. Cabe destacar que, como en cualquier pretendida unidad, esta no es tal. Hasta dos candidatos a la vicepresidencia son miembros del Partido Justicialista (el partido matriz del peronismo), como es el caso de Juan Manuel Urtubey –que comparte cartel con Roberto Lavagna, candidato de Consenso Federal- y de Miguel Ángel Pichetto, compañero de fórmula de Mauricio Macri. Pichetto y Urtubey pertenecen ambos a un sector peronista tradicionalmente opuesto al kirchnerismo llamado peronismo federal. El disgregamiento de la coalición Alternativa Federal (peronismo federal) ha hecho que Pichetto y Urtubey busquen fórmulas de participación mixta con candidatos ajenos al peronismo.

Una estrategia diametralmente diferente a la de Sergio Massa, exmiembro de Alternativa Federal y máxima cara visible del peronismo federal desde que en 2015 obtuviera un 21,39% de los votos en primera vuelta, ante Mauricio Macri (Cambiemos) y Daniel Scioli (FPV). A la postre, su no-apoyo en segunda vuelta al kirchnerismo de Scioli fue determinante para que Cambiemos se alzara con la Presidencia. Pero 4 años en la política argentina son una eternidad y el Frente Renovador (perdonen la sopa de siglas) de Sergio Massa decidió finalmente integrarse en la alianza del Frente de Todos. El paso de CFK a un segundo plano y la necesidad mutua para poder articular una alternativa a Macri lo hicieron posible.

El laberinto peronista pasaba a acoger, bajo el mismo paraguas, al Partido Justicialista (PJ) –el partido peronista-, los partidos de Unidad Ciudadana –la coalición kirchnerista encabezada por la expresidenta- y el Frente Renovador de Sergio Massa. Como hemos visto, no todo el espacio político que daba apoyo en 2015 a Sergio Massa ha decidido finalmente integrar una alianza con el kirchnerismo y sus aliados, dado que históricamente el peronismo federal ha sido más moderado en cuestiones económicas, asumiendo postulados ideológicos liberales o conservadores. Para muestra un botón: recientemente, Miguel Ángel Pichetto acusó a Axel Kicillof (exministro de economía con CFK y candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires) de ser, ni más ni menos, que marxista.

La estrategia peronista consiste en conformar un bloque más moderado en lo social pero sin perder las señas de identidad del proyecto; incorporando a la expresidenta Fernández en la fórmula electoral. La persona que mejor representa este giro es el propio candidato presidencial Alberto Fernández. Si bien, por un lado, fue jefe de Gabinete en los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina Fernández (2007-2008), posteriormente abandonó su cargo y se alejó paulatinamente de CFK, criticando incluso públicamente medidas presidenciales como el cepo cambiario al dólar o hablando de la necesidad de “superar el kirchnerismo”. En esa etapa (2013), Fernández se sumó al Frente Renovador de Sergio Massa para, años después, escenificar el retorno al kirchnerismo y a la unidad peronista ejerciendo como candidato presidencial y como artífice de la entente entre CFK y Massa. Su viaje ideológico es un guiño a aquellos que votaron ilusionados las primeras presidencias de Néstor y Cristina pero que abandonaron esos postulados durante los últimos años.

El Frente de Todos incorpora, además, a otros grupos políticos del kirchnerismo, a partidos socialistas o comunistas, e incluso viejos aliados del kirchnerismo autodenominados como los “Radicales K” –antiguos miembros de la Unión Cívica Radical-.

La amplia alianza que representa el Frente de Todos solo se entiende en un país donde la cuestión peronista es necesaria para comprender el funcionamiento del sistema político. De hecho, cabe recordar que las tres principales candidaturas, también la de Macri, tienen un candidato peronista a la vicepresidencia. La transversalidad pasa por el peronismo.

La telaraña peronista se llevó por delante, en las PASO, a un Macri desgastado por su acción de gobierno marcada por la debilidad del peso ante el dólar y la crisis económica. Las promesas de gestión del macrismo se esfumaron pocos meses después de asumir el poder y ahora mismo parece sentenciado a abandonar la Casa Rosada. 15 puntos de diferencia son un abismo en una elección presidencial.

La gran pregunta -en lo tocante a la unidad partidaria y al espacio peronista- es si el Frente de Todos se mantendrá unido alrededor de una hipotética presidencia de Alberto, ya que la tendencia natural de este espacio ha sido la reconfiguración constante. La oscilación entre el oficialismo y la disidencia es, también, una característica de la dinámica parlamentaria argentina. En cualquier caso, todo está aún por decidir. Los argentinos y las argentinas están llamados a las urnas el próximo 27 de octubre.

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